sábado, junio 14, 2008

Un caleidoscopio de estilos

Palermo y el arte
Entre talleres mecánicos y restaurantes, las galerías se multiplican en el barrio a un ritmo sin precedente y atraen a un público ávido por descubrir las nuevas tendencias


Ya enseñó Umberto Eco en La estructura ausente que una ciudad es, entre otras cosas, un sistema de signos. El ejemplo para argumentar esa parte de la teoría era un relato muy simple, sobre cómo un extraterrestre debía "decodificar" una serie de acciones urbanas: respetar las luces de un semáforo, saber dónde comprar algo, encontrar un sitio dónde comer, etcétera. Las indicaciones del ambiente tenían que ser "leídas" por el extraño a esa cultura, aunque no estuvieran presentes en letras y palabras.

Una recorrida por el barrio de Palermo merece ser decodificada con una sorpresa similar a la de un recién llegado. Porque el impacto que provoca una porción de la ciudad en constante crecimiento es similar al de la tía que no puede evitar decir: "Qué grande que estás, hace tanto que no te veo". Esa multiplicación exponencial se constata, sobre todo, en dos frentes: arte/diseño y gastronomía. Separados y muchas veces juntos, los locales que se destinan a estos fines exhiben ese murmullo incesante que se ha dado en llamar "la tendencia". Planos, guías, el boca a boca, los que saben, los que viven allí, los que curten esa onda, nada es suficiente para aprehenderlo. Al menos en arte, sin embargo, un intento vale la pena.

Pour la galería
El número de galerías de arte que hay en Palermo es imposible de documentar porque cuando se llega a una cifra, siempre es aproximada. Al día siguiente, abre una nueva. Y esto es empírico, ya que Objeto a, el espacio de arte multidisciplinario que se inauguró la semana pasada, hace subir las acciones. Con una muestra curada por Cachorro Agote en pintura y otra por Graciela Taquini en videoarte logra impresionar, tarea difícil en las manzanas más hiperdiseñadas de Buenos Aires, con una casona antigua que mezcla la recuperación de materiales con sofisticada tecnología.

Recurriendo a la connotación turfística del lugar, otra galería está en las gateras: Dabbah Torrejón se prepara para correr los metros que la separan de la apertura de su espacio en el Vitrum Hotel en julio, con una muestra de Aldo Chaparro. Con discretísimas puertas que deparan el hallazgo de la obra, el conocimiento de nuevos artistas o la simple visita curiosa, Casa de Arte Juana de Arco y Ernesto Catena son atractivos espacios para frecuentar en el barrio. Las principales vidrieras son patrimonio de Braga Menéndez, grande, canchera y muy buena anfitriona, de Teresa Anchorena, de Thames Galería de Arte -la de las ventanas más hermosas- y de Elsi del Río. En el reducido salón de esta última galería, quizás una de las más angostas del mundo, se exhibe mucho de lo más interesante del arte contemporáneo.

Ring the bell, Sonnez , Tocar a campainha , leyendas ploteadas en los vidrios de Víctor Najmias, son indicio de que el turismo está en el aire y en las compras. Si bien el mercado local está dinámico, tal como se ha visto en la última edición de arteBA, el efecto Babel que se percibe en los bares y restaurantes también se da una vuelta por las galerías.

La catástrofe del catastro
El empeño que ponen las inmobiliarias por bautizar con nombres ridículos las distintas zonas del barrio es inversamente proporcional a lo que parece importarles a los galeristas de la zona. Se nota que les gusta estar en Palermo y que el barrio tiene lo suyo.

Por otra parte, la relación oferta-demanda en el rubro de arte se ha consolidado con el trabajo de los últimos años. Una onda expansiva que sufrió la crisis de 2001 pero que se demuestra imparable. Si a mediados de la década de los años 90 se podía consumir un poco de todo, hoy la oferta es casi exagerada. Con la diferencia de que lo que para diseño y gastronomía es, a veces, más de lo mismo, en el caso de las galerías de arte la variedad es lo esperable.

Tanto de un lado como del otro de la avenida Juan B. Justo, versión local del Muro de Berlín -nuevamente desde el parámetro de la construcción y venta de propiedades, que claman por unir el barrio-, el arte contemporáneo, en su mayoría, robustece dos de los pilares del circuito: la exhibición y el mercado.
Por Laura Isola
Para LA NACION