El ecosistema de Belén Lagar
Belén Lagar llegó a este mundo con una misión: evitar que los cuentos de hadas, fantasías e ilusiones desaparezcan de la faz de la tierra.
Tan magna tarea – oportunamente comunicada en una fugaz aparición nocturna de Jane (la ex de Tarzán) – requirió buscar la tienda adecuada adonde pertrecharse. Fue aquel viaje mágico a un poli rubro de Montevideo, rodeada de tamboriles carnavalescos, que la acercó a los manteles de hule con fondos selváticos, flores, frutos y animales salvajes con los que creó el animahule.
Cruza espiritual y física de Xuxa, Brigitte Bardot y Coca Sarli, Lagar crea un ecosistema relativamente autónomo, formado por una comunidad natural de muñecos, imágenes y texturas en el que no solo considera su ambiente físico sino también las complejas interacciones entre sus organismos y los flujos de energía que lo atraviesan. Con rigor digno de un museo de ciencias, crea un enorme diorama para explicar las reglas de juego. Luego, en pequeños recipientes, encierra historias, momentos y trazos de un corzo tan mágico como animal, tan dulce como plástico.
Al son del pata-pata de Miriam Makeba, sus personajes se rinden a sus pies y bailan. Bailan y juegan, para llevar a la perpetuidad el mandato de Jane: el juego no debe parar.
Saguguka sathi beka...nantsi, pata pata...
Fernando Entin
Octubre de 2006
Tan magna tarea – oportunamente comunicada en una fugaz aparición nocturna de Jane (la ex de Tarzán) – requirió buscar la tienda adecuada adonde pertrecharse. Fue aquel viaje mágico a un poli rubro de Montevideo, rodeada de tamboriles carnavalescos, que la acercó a los manteles de hule con fondos selváticos, flores, frutos y animales salvajes con los que creó el animahule.
Cruza espiritual y física de Xuxa, Brigitte Bardot y Coca Sarli, Lagar crea un ecosistema relativamente autónomo, formado por una comunidad natural de muñecos, imágenes y texturas en el que no solo considera su ambiente físico sino también las complejas interacciones entre sus organismos y los flujos de energía que lo atraviesan. Con rigor digno de un museo de ciencias, crea un enorme diorama para explicar las reglas de juego. Luego, en pequeños recipientes, encierra historias, momentos y trazos de un corzo tan mágico como animal, tan dulce como plástico.
Al son del pata-pata de Miriam Makeba, sus personajes se rinden a sus pies y bailan. Bailan y juegan, para llevar a la perpetuidad el mandato de Jane: el juego no debe parar.
Saguguka sathi beka...nantsi, pata pata...
Fernando Entin
Octubre de 2006
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