Colchones de Minujín, al Pompidou
Clarin Edición impresa
05/06/10
PorAna María Battistozzi
Londres. Enviada Especial
Apenas unas horas después de la inauguración de la primera edición de la Feria Pinta en Londres, la curadora Tanya Barson abrió en la Tate Modern el programa de conferencias que acompaña la feria con un repaso del compromiso de la institución con el arte latinoamericano en la última década. El volumen de obras adquiridas no deja lugar a dudas. En los últimos tres años compró La torre de Babel, una escultura de León Ferrari de 1963, una serie del brasileño Hélio Oiticica , más otras de brasileños como Cildo Meireles, Lygia Clark, Adriana Varejao y Mira Schendel y de argentinos como Jorge Macchi, Guillermo Kuitca, David Lamelas y Horacio Zabala .
Por un lado el nuevo coleccionismo latinoamericano, más internacionalizado y cercano a las instituciones europeas, y por el otro el programa para estimular compras de parte de esas instituciones–que asciende a cien mil libras– son las dos patas de la estrategia ideada por los organizares de la Feria, Mauro Herlitzka, Diego Costa Peuser y Alejandro Zaia.
La noche misma de la inauguración dio sus primeros frutos en la galería de Henrique Faría. Allí el Centro Pompidou compró unos colchones multicolores históricos de Marta Minujín . La gente de la galería Zabalta Lab también tenía lo suyo para festejar: vendió una obra de Le Parc del 59 a un coleccionista inglés. Gran éxito de ventas tuvieron también, en la misma noche, obras de José Luis Anzízar y Martín Calcagno en Elsi del Río. Y otro tanto ocurrió con Nahuel Vecino en el espacio de Cosmocosa/Balón que arrimó la joven Amparo Díscoli, auspiciada por los ingleses Stuart y John Evans.
El resto de los presentes discutía al cierre del primer día valores y argumentos de venta con seductoras perspectivas pero sin operaciones precisas. Un fin de semana movido los espera.
05/06/10
PorAna María Battistozzi
Londres. Enviada Especial
Apenas unas horas después de la inauguración de la primera edición de la Feria Pinta en Londres, la curadora Tanya Barson abrió en la Tate Modern el programa de conferencias que acompaña la feria con un repaso del compromiso de la institución con el arte latinoamericano en la última década. El volumen de obras adquiridas no deja lugar a dudas. En los últimos tres años compró La torre de Babel, una escultura de León Ferrari de 1963, una serie del brasileño Hélio Oiticica , más otras de brasileños como Cildo Meireles, Lygia Clark, Adriana Varejao y Mira Schendel y de argentinos como Jorge Macchi, Guillermo Kuitca, David Lamelas y Horacio Zabala .
Por un lado el nuevo coleccionismo latinoamericano, más internacionalizado y cercano a las instituciones europeas, y por el otro el programa para estimular compras de parte de esas instituciones–que asciende a cien mil libras– son las dos patas de la estrategia ideada por los organizares de la Feria, Mauro Herlitzka, Diego Costa Peuser y Alejandro Zaia.
La noche misma de la inauguración dio sus primeros frutos en la galería de Henrique Faría. Allí el Centro Pompidou compró unos colchones multicolores históricos de Marta Minujín . La gente de la galería Zabalta Lab también tenía lo suyo para festejar: vendió una obra de Le Parc del 59 a un coleccionista inglés. Gran éxito de ventas tuvieron también, en la misma noche, obras de José Luis Anzízar y Martín Calcagno en Elsi del Río. Y otro tanto ocurrió con Nahuel Vecino en el espacio de Cosmocosa/Balón que arrimó la joven Amparo Díscoli, auspiciada por los ingleses Stuart y John Evans.
El resto de los presentes discutía al cierre del primer día valores y argumentos de venta con seductoras perspectivas pero sin operaciones precisas. Un fin de semana movido los espera.
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