La apuesta de arteBA fue pintarse la cara
La apuesta de arteBA fue pintarse la cara
Verónica Molas
Enviada especial a Buenos Aires
LAVOZ.com.ar
Lunes 25 de Mayo de 2009
Es imposible pasar por alto la principal evidencia en esta edición de arteBA: la pintura, el dibujo y toda obra donde prime la plástica componen la oferta contundente en la feria más importante de la región, que continuará hasta mañana en La Rural de Palermo, en Buenos Aires.
La reunión de más de 80 galerías y espacios de arte, el segmento Barrio Joven incluido, sugiere este año que la cautela se impuso al riesgo, aunque la calidad continúa siendo uno de los valores que pregona la feria. Es sólo una lectura, y tal vez haya otras razones, pero es la sensación que se impone recorriendo los stands: hasta los espacios más jóvenes y audaces, como Appetitte, han optado por la pintura, aún en su estilo y montaje desacartonado. Eso sí, no hay uniformidad y todas las estéticas están presentes (geométricos, expresionistas, pintura posmodernista, entre muchas otras).
Esta tendencia plástica es también cuantitativa: este año hay muchos menos plasmas y más juegos, más empresas proponiendo acciones participativas, mucha pintura y dibujo en vivo. Otro detalle que no se debe pasar por alto es la elegancia de su puesta.
Para equilibrar la compra de coleccionistas privados, arteBA intensificó este año su programa de adquisiciones de parte de empresas e instituciones oficiales, como lo hizo la Dirección General de Museos para el Mamba (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires). Y en este segmento vital de la feria (se escuchó el rumor de que algunos no salvarían los costos), dos coleccionistas cordobeses fueron invitados a integrar el equipo que eligió una pieza para el “Premio en Obra”, dotado de dos mil dólares. Ellos son José Lorenzo y Atilio Bugliotti. Esta inclusión podría insinuarse como un intento local de mayor participación en la jugada nacional, que tiene a Buenos Aires como epicentro. Además, VV Art, firma cordobesa, también hizo una adquisición en la feria.
Cordobeses repartidos.
La participación cordobesa no puede medirse por la cantidad de galerías de arte de la provincia que son aceptadas en la feria, porque muchos artistas de Córdoba llegan a arteBA con galerías de Buenos Aires o extranjeras. A su vez, todas las salas cordobesas representan en la feria a artistas de otros lugares. Abren el juego y se exhiben con un perfil no localista.
Este año, tres galerías mediterráneas están en la zona principal (Vía Margutta, Sasha D. y Corazón Cordobés) y una en el Barrio Joven (Júpiter, de La Cumbre).
Con pintura, instalación y fotografía, Raúl Díaz, Mateo Argüello Pitt, Nina Molina y José Benito son los cordobeses presentes en Vía Margutta. Eduardo Moisset de Espanés en Sasha D.; y Adriana Bustos, Ananké Asseff y Hugo Aveta, artistas ligados a la fotografía, en Corazón Cordobés, que además suma la pintura de Gustavo Piñero.
Piñero exhibe además un intrigante conjunto escultórico en Elsi del Río (Buenos Aires), junto al también cordobés Pablo Peisino que muestras sus esculturas blandas.
Otros artistas de la Docta se descubren en la feria: Tulio Romano y Antonio Seguí en Rubbers (Buenos Aires). Obras de diferentes períodos del artista radicado en París siempre arriban a la feria. Esta vez, pueden verse pequeñas pinturas de fines de la década de 1970, de una figuración expresiva y clima oscuro. Seguí también está en el stand de Sextante (Colombia).
Tulio Romano (Rubbers) y Roque Fraticelli son otros cordobeses que están en La Rural. Fraticelli exhibe un importante conjunto de obras recientes en Mundo Nuevo (sala del cordobés Jorge David). Obra radicalmente opuesta a lo que conocíamos de Anahí Roitman exhibe Agalma; mientras que la galería chilena Animal apuesta al proyecto de Soledad Sánchez Goldar, la performance Cuerpo en venta o efecto varicela, que al parecer dejó atónito al coleccionismo convencional y despertó admiración o furia entre los artistas en facebook.
En Barrio Joven, además de Júpiter, se descubre a otros cordobeses si se miran bien los cartelitos que acompañan las obras. El atelier abierto de La Cumbre, de los artistas porteños Ana Gilligan y Martín Kovensky, recluta en su mayoría a artistas de Buenos Aires radicados en las sierras, como Matías Mischung. Pero ahí están también José Luis Correa y Sandra Siviero, de Córdoba, entre otros. Y también, ocupando toda una pared con piezas de su Museo Hippie de San Marcos Sierras, está Daniel “Peluca” Domínguez, quien no perdió oportunidad de sacarse una foto con Marta Minujín para incorporar al acervo.
Diego Bastos exhibe su pintura intimista en Massottatorres; un escrito de Leticia El Halli Obeid puede adquirirse en Thisisnotagallery (uno de los espacios más llamativos del Barrio Joven): es un interesante texto sobre el ranking en el arte.
En La Guarda, club social de arte salteño, se puede encontrar más gente de Córdoba, sin contar a Guido Yannitto, artista de salta que se formó en Córdoba: Luciano Burba, con objetos; y Nicolás Balangero, con sus dibujos borrados en marcos antiguos.
En adelante, ciertas categorías ya no tendrán más validez, como la de ubicar a los artistas geográficamente. La escena cordobesa está formada por artistas de diferentes puntos del país. Y también la feria desnuda otra evidencia. El incesante fluir de los proyectos por diferentes espacios que les permitan ser, en el sentido de existir, y de ser vendidos. Es claro que muchos artistas no circulan por las galerías de Córdoba, y buscan otros caminos para conducir sus obras. El mapa cordobés del arte es cada vez más complejo y saludable, y esto también puede observarse en una feria que, de más está decir, legitima al artista y a la galería, y los pone a la vista de todos.
El gran premio
Tomás Espina (1975) ganó la sexta edición del Premio ArteBa de Artes Visuales, dotado con 40 mil pesos, por su instalación Habitación quemada, obra que será entregada en comodato al Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén para su exhibición.
Verónica Molas
Enviada especial a Buenos Aires
LAVOZ.com.ar
Lunes 25 de Mayo de 2009
Es imposible pasar por alto la principal evidencia en esta edición de arteBA: la pintura, el dibujo y toda obra donde prime la plástica componen la oferta contundente en la feria más importante de la región, que continuará hasta mañana en La Rural de Palermo, en Buenos Aires.
La reunión de más de 80 galerías y espacios de arte, el segmento Barrio Joven incluido, sugiere este año que la cautela se impuso al riesgo, aunque la calidad continúa siendo uno de los valores que pregona la feria. Es sólo una lectura, y tal vez haya otras razones, pero es la sensación que se impone recorriendo los stands: hasta los espacios más jóvenes y audaces, como Appetitte, han optado por la pintura, aún en su estilo y montaje desacartonado. Eso sí, no hay uniformidad y todas las estéticas están presentes (geométricos, expresionistas, pintura posmodernista, entre muchas otras).
Esta tendencia plástica es también cuantitativa: este año hay muchos menos plasmas y más juegos, más empresas proponiendo acciones participativas, mucha pintura y dibujo en vivo. Otro detalle que no se debe pasar por alto es la elegancia de su puesta.
Para equilibrar la compra de coleccionistas privados, arteBA intensificó este año su programa de adquisiciones de parte de empresas e instituciones oficiales, como lo hizo la Dirección General de Museos para el Mamba (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires). Y en este segmento vital de la feria (se escuchó el rumor de que algunos no salvarían los costos), dos coleccionistas cordobeses fueron invitados a integrar el equipo que eligió una pieza para el “Premio en Obra”, dotado de dos mil dólares. Ellos son José Lorenzo y Atilio Bugliotti. Esta inclusión podría insinuarse como un intento local de mayor participación en la jugada nacional, que tiene a Buenos Aires como epicentro. Además, VV Art, firma cordobesa, también hizo una adquisición en la feria.
Cordobeses repartidos.
La participación cordobesa no puede medirse por la cantidad de galerías de arte de la provincia que son aceptadas en la feria, porque muchos artistas de Córdoba llegan a arteBA con galerías de Buenos Aires o extranjeras. A su vez, todas las salas cordobesas representan en la feria a artistas de otros lugares. Abren el juego y se exhiben con un perfil no localista.
Este año, tres galerías mediterráneas están en la zona principal (Vía Margutta, Sasha D. y Corazón Cordobés) y una en el Barrio Joven (Júpiter, de La Cumbre).
Con pintura, instalación y fotografía, Raúl Díaz, Mateo Argüello Pitt, Nina Molina y José Benito son los cordobeses presentes en Vía Margutta. Eduardo Moisset de Espanés en Sasha D.; y Adriana Bustos, Ananké Asseff y Hugo Aveta, artistas ligados a la fotografía, en Corazón Cordobés, que además suma la pintura de Gustavo Piñero.
Piñero exhibe además un intrigante conjunto escultórico en Elsi del Río (Buenos Aires), junto al también cordobés Pablo Peisino que muestras sus esculturas blandas.
Otros artistas de la Docta se descubren en la feria: Tulio Romano y Antonio Seguí en Rubbers (Buenos Aires). Obras de diferentes períodos del artista radicado en París siempre arriban a la feria. Esta vez, pueden verse pequeñas pinturas de fines de la década de 1970, de una figuración expresiva y clima oscuro. Seguí también está en el stand de Sextante (Colombia).
Tulio Romano (Rubbers) y Roque Fraticelli son otros cordobeses que están en La Rural. Fraticelli exhibe un importante conjunto de obras recientes en Mundo Nuevo (sala del cordobés Jorge David). Obra radicalmente opuesta a lo que conocíamos de Anahí Roitman exhibe Agalma; mientras que la galería chilena Animal apuesta al proyecto de Soledad Sánchez Goldar, la performance Cuerpo en venta o efecto varicela, que al parecer dejó atónito al coleccionismo convencional y despertó admiración o furia entre los artistas en facebook.
En Barrio Joven, además de Júpiter, se descubre a otros cordobeses si se miran bien los cartelitos que acompañan las obras. El atelier abierto de La Cumbre, de los artistas porteños Ana Gilligan y Martín Kovensky, recluta en su mayoría a artistas de Buenos Aires radicados en las sierras, como Matías Mischung. Pero ahí están también José Luis Correa y Sandra Siviero, de Córdoba, entre otros. Y también, ocupando toda una pared con piezas de su Museo Hippie de San Marcos Sierras, está Daniel “Peluca” Domínguez, quien no perdió oportunidad de sacarse una foto con Marta Minujín para incorporar al acervo.
Diego Bastos exhibe su pintura intimista en Massottatorres; un escrito de Leticia El Halli Obeid puede adquirirse en Thisisnotagallery (uno de los espacios más llamativos del Barrio Joven): es un interesante texto sobre el ranking en el arte.
En La Guarda, club social de arte salteño, se puede encontrar más gente de Córdoba, sin contar a Guido Yannitto, artista de salta que se formó en Córdoba: Luciano Burba, con objetos; y Nicolás Balangero, con sus dibujos borrados en marcos antiguos.
En adelante, ciertas categorías ya no tendrán más validez, como la de ubicar a los artistas geográficamente. La escena cordobesa está formada por artistas de diferentes puntos del país. Y también la feria desnuda otra evidencia. El incesante fluir de los proyectos por diferentes espacios que les permitan ser, en el sentido de existir, y de ser vendidos. Es claro que muchos artistas no circulan por las galerías de Córdoba, y buscan otros caminos para conducir sus obras. El mapa cordobés del arte es cada vez más complejo y saludable, y esto también puede observarse en una feria que, de más está decir, legitima al artista y a la galería, y los pone a la vista de todos.
El gran premio
Tomás Espina (1975) ganó la sexta edición del Premio ArteBa de Artes Visuales, dotado con 40 mil pesos, por su instalación Habitación quemada, obra que será entregada en comodato al Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén para su exhibición.
<< Home